NOTAS CRÍTICAS
Se cuenta que el maestro del paisajismo Wo-Tao-Tzu salió un día por encargo del emperador a pintar unos bambús junto al río. Permaneció todo el día y regresó sin haber dado una pincelada. “Lo tengo todo aquí”, dijo, señalando su corazón.
Esa actitud del maestro compendia la idea del taoísmo frente al arte: el contenido del arte son estados de ánimo, el objeto del arte es transmitirlos. Es lo que hace Lydia Zubizarreta cuando pinta su paisaje, el que habita gran parte del año y el que la habita. Nada menos que la Cordillera de los Andes en el área del Lago Lacar que se rinde a su estado de ánimo y le revela sus secretos.
El silencio, la brisa entre coihues, lengas, el sol que penetra en el bosque y que cambia según las estaciones: brillantes y armónicas, intensas y germinales, delgadas y dispersas, oscuras y ominosas.
Y al elegir el paisaje los que estamos condenados al paisaje urbano nos remitimos a un cuadro de una tira reciente del dibujante Liniers en la que cita a Frank Lloyd Wright : “estudia la naturaleza, ama la naturaleza, acércate a la naturaleza, nunca te fallará…”.
En esta exposición la artista presenta óleos, acuarelas, y por primera vez, collages, en los que ha encontrado una manera de expresión que augura futuros cambios en su quehacer.»
─ Laura Feinsilber. Nota en Ámbito Financiero. Agosto de 2019
Desde que comenzó a vincularse con el arte, desarrolla una labor constante: sea una mañana completa, o un par de horas, ella trabaja a diario en su atelier, rodeada del esplendor del parque. También al aire libre, en distintos rincones de la villa de montaña donde vive.
Enamorada del lago, los arroyos, los cerros y –sobre todo- del bosque, les ha dedicado óleos y acuarelas con la frecuencia que solamente hacen posible el cariño entrañable por el entorno.
Colorista delicada, aplica con destreza cualquier pigmento pero es en los verdes y los lilas donde aflora el trazo personal y femenino que distingue su obra.
Después de una trayectoria de tarea ininterrumpida, que la ha llevado a galerías prestigiosas del país y ha motivado críticas autorizadas, esta mujer inquieta, ávida lectora y atenta a las manifestaciones del arte que ocurren cerca suyo, se deja motivar por la belleza de una melodía, tanto como por un texto literario, una fotografía tomada con sentido estético, o la pintura acabada de un colega.
Lo peculiar es que con ese estímulo constante, está siempre en la búsqueda de nuevas posibilidades. Así, últimamente incursiona en el collage.
Lo hace con frescura rejuvenecedora: recorta, elige, acomoda, busca la proporción, la amalgama de colores, el equilibrio, las texturas… y cuando encuentra la armonía –pasada por el tamiz de una exigente autocrítica- define el trabajo y lo concluye.
No se detiene, se renueva y sigue aportando belleza con sus obras, que la tornan vigente después de varias décadas consagradas al arte.
─ Ana María de Mena, Octubre de 2015
“Dejo mis felicitaciones a Lydia. Como dice un amigo patagónico, para pintar bien un lugar hay que ser parte de él. Ese es el caso de Lydia, su pintura es un hecho más que ocurre en cada estación. Cuando asoman los brotes, maduran los frutos o caen las hojas, ella está presente pero no como quien está ahí para documentar el paisaje sino como parte de un todo.”
─ Emiliano Céliz, Octubre de 2014
“….líneas dispares, que en su movimiento nos evocan tanto lo frágil como lo permanente, la quietud como la fuga. Una tensión especial entre el detalle y el conjunto, lo fragmentado y la totalidad.”
─ Ángeles Smart- Revista Aire No.40, Luces en Fuga, 2014
Notas en Revista Magenta, año 2014:
Lydia Zubizarreta en la colección Georg
Lydia Zubizarreta – Revista Magenta
Lydia Zubizarreta, óleos – Revista Magenta
Los trabajos de Lydia Zubizarreta registran su obsesión con los colores de la naturaleza y como la luz del día influye sobre los tonos de estos colores. Su campo de investigación: el bosque en Quila-Quina, vecino a su casa. En óleo sobre tela y acuarelas sobre papel sus pinceladas trazan el suelo, los troncos, las hojas, sobre todo las hojas. Y la luz que se cuela por todas partes. Tanto los óleos como las acuarelas son inmediatamente reconocibles como una serie en proceso, una búsqueda formal guiada por la intuición. A la vez que cada obra se sostiene por sí misma: sensible y explícita. El proceso de captar las formas y los tonos empieza caminando, mirando, viendo y no viendo. Pensando, sin definir el pensamiento. Es un estado de meditación que finalmente se traduce en imágenes a través de los gestos que lo llevan al soporte.
─ Alina Tortosa, junio 2009
“Los prodigios de Lydia Zubizarreta son el contacto con la naturaleza, el alcanzar la paz espiritual, un acto emocional y porqué no, alejarse pausadamente de un presente que hiere, en cierta forma, sentir, soñar, jugar, cono dice Gilles Lipovetsky, en un mundo de imágenes.”
─ Laura Feinsilber, Buenos Aires, Septiembre de 2005
“El sur argentino, la naturaleza generosa y misteriosa que lo caracteriza, sus bosques llenos de color y de luz, animan los óleos y acuarelas de este artista…En un mundo dominado por lo transitorio y lo fugaz, nos acerca a una renovada vivencia de la Naturaleza, interpretando su magnificencia impar, que es eterna”.
─ Fermín Fèvre, Prólogo de catálogo, Julio de 2004
“Sorprende la intensidad incesante de sus paisajes…Contradictoriamente se manifiestan intensos y a la vez austeros, mesurados, no limitados.”
─ Jorge Feinsilber, Ámbito Financiero, 22 de Abril, 1986
“Son paisajes soñados, y reconcilian con la noche y…¡ con el día! …Estoy impresionado por la calma interior de tus visiones, y soy incapaz de traducirlo con simples palabras.”
─ César Magrini, Buenos Aires, 17 de Mayo de 1996
“Lydia Zubizarreta domina la difícil técnica de la acuarela, por medio de ella transcribe paisajes argentinos que gracias al agua y a los pigmentos conservan una rara intangencialidad.”
─ Albino Dieguez Videla, Diario La Prensa, 28 de Mayo, 1995
“LIRISMO. …la obra se caracteriza por un expresionismo lírico, por momentos fuerte y constructivo y, en otros casos, delicado y poético.”
─ León Benarós, Clarín, 9 de Mayo de 1992